Por Gurudev Sri Sri Ravi Shankar
¿Con qué nos enojamos? No nos enojamos con los pájaros, ni con las nubes, ni con la naturaleza. No nos enojamos con el medio ambiente. Entonces, ¿qué es lo que nos enoja?
Nos enojamos con la gente que nos rodea. Nuestros enemigos nos enojan y nuestros amigos también. Nuestra mente se estanca, ya sea en nuestros amigos como en nuestros enemigos. Pensamos en nuestros amigos o enemigos todo el día.
La gente se convierte en enemiga aun sin haberle ocasionado ningún daño. Muchas personas han transitado esta experiencia. No les hemos hecho nada malo, no nos comportamos de mala forma y aun así se convierten en nuestros enemigos. Esto es muy desconcertante.
Nos preguntamos por qué esa persona que hasta ayer era amiga se ha transformado en enemiga. Del mismo modo, ocurre que no hacemos ningún favor especial a nadie y aun así hay personas que se convierten en nuestros amigos cercanos.
Por eso te digo que esto es un sorprendente y misterioso karma: cómo algunas personas se convierten en nuestros enemigos y algunos en nuestros amigos.
Entonces, ¿qué hacer? Deberíamos poner tanto a nuestros amigos como a nuestros enemigos en un canasto, tan sólo vaciarnos desde adentro y sentirnos dichosos.
Todos estos eventos (amistades y enemistades) obedecen a una regla y no sabemos cómo ni de dónde proviene. Simplemente no podemos saber cuándo los sentimientos de alguien hacia nosotros van a cambiar y si serán a favor nuestro o no. Simplemente no podemos saberlo. Es por ello que debemos poner fe absoluta en nuestro Ser, en Dios, y no en la amistad y la enemistad. No debemos perder el tiempo pensando en amigos y enemigos.
Esto no quiere decir que debas distanciarte de tus amigos o que dejes de hacer nuevos amigos. No es lo que estoy diciendo. La amabilidad merece estar en nuestra naturaleza; el amor debe ser parte de nuestra propia naturaleza. Después de todo, somos amor.
Cuando alguien viene y se sienta junto a nosotros, sonreímos e intercambiamos algunas palabras. Esto no quiere decir que no haya nada para compartir con nadie. Ir por la vida con el rostro sombrío, enojado con todo el mundo, no es un signo de sabiduría, sino de ignorancia y necedad. Debemos interactuar con todo el mundo que nos rodea, pero al mismo tiempo estar centrados desde adentro.
Cuando estamos centrados, entonces no vamos a sentir tristeza, enojo o posesión. Así, no tendremos decepción de ningún tipo. De lo contrario, muchas veces lo que pasa nos entristece: 'Ah! Mirá, me hice un buen amigo y hoy ni siquiera me habla. Le hice muchos favores y él se volvió en mi contra'. Con todos estos pensamientos desperdiciamos el tiempo que tenemos en el presente. Es inútil buscar un verdadero amigo en el mundo. Hacete amigo de la Verdad (la Divinidad) y el mundo será tuyo.