Uno de los beneficios más tangibles de la meditación es el descanso profundo que experimentan el cuerpo y la mente. Está comprobado que 20 minutos diarios de meditación equivalen a dormir entre tres y cuatro horas. La meditación y el descanso tienen una relación estrecha, pero no son lo mismo. La meditación no funciona como sustituta del sueño. Ambas tienen sus propias características y ventajas.
Los problemas de insomnio, muchas veces originados por el estrés, las tensiones o el exceso de trabajo, tienden a aliviarse con la meditación. Cuando la práctica es regular, contribuye a mejorar la calidad del sueño, pues reduce las hormonas del estrés (adrenalina y cortisol) y prolonga el efecto de tranquilidad y quietud en el organismo.
Cuando la mente se libera de la agitación, la relajación sucede por sí sola. Por el contrario, cuando la mente se dedica a alguna actividad, es más propensa al cansancio. Cualquier tipo de concentración, contemplación o esfuerzo puede drenar la energía. Entonces, el descanso real es posible cuando se han detenido todas las actividades voluntarias, como moverse, escuchar, trabajar, hablar, incluso pensar.
En el sueño, una persona se queda sólo con las actividades involuntarias, como la respiración, el ritmo cardíaco, la digestión de los alimentos o la circulación sanguínea. Sin embargo, no es un descanso total. Cuando la mente se asienta, sólo entonces la relajación total o la meditación suceden. La meditación no es concentración, es la desconcentración; dejarse ir.
Hay tres estados de la conciencia: vigilia, soñar y dormir. Y un cuarto modo es el estado meditativo. Es decir, uno es consciente en su interior, pero en paralelo se encuentra sumergido en un profundo estado de reposo.
La meditación es el viaje desde el sonido al silencio, del movimiento a la quietud. Es un complemento de la actividad, a pesar de que parece ser el factor opuesto. Con la meditación es posible silenciar la mente en todo momento y lugar.
Basado en las enseñanzas de Gurudev Sri Sri Ravi Shankar
