A menudo, cuando sos muy feliz sentís que la vida es un sueño, porque no creés en su realidad. Y cuando hay pena, la sentís como una carga y tomás muy en serio las cosas triviales. Pero cuando has experimentado realmente el placer, te das cuenta de que éste es una carga. Y si has sufrido a fondo te darás cuenta de que la vida es un sueño. Con cada tristeza o pesar, notás que la vida es un sueño. Cuando ves que la vida es un sueño, una carga o una broma, sólo ahí podés estar centrado.
Y cuando has sufrido, realmente viste la vida como un sueño. Y entre el dolor y el placer la vida entera es una broma. La vida es muy incierta. Antes de que te lleve lejos, date cuenta de que es un sueño, una carga o una broma.
Una broma que no cuestionas. Cuando cuestionas una broma, ésta deja de ser tal. Tampoco cuestiones las cargas. Es una pérdida de tiempo cuestionar la vida y sus acontecimientos.
La carga te hace ir profundo. Te pone en el centro de ti mismo. Darse cuenta de un sueño es lo que te despierta. Y ver la vida como una broma hace que te enciendas. Lo único cierto es que la vida es un sueño, una carga o una broma y sólo cuando te das cuenta de esto puedes estar centrado.