Cada sonido, cada mantra, lleva consigo una vibración. Y esa vibración tiene un impacto muy sutil en el organismo. En este caso, el mantra proveniente del sánscrito "Narayana” refiere al Dios omnipotente. Se dice que quien está en meditación también está en Narayana.
En realidad, Narayana está en todas partes: delante, detrás y enfrente. En la antigüedad se solía mantener un ídolo o ritual para adentrarse en su presencia y llegar al Samadhi (meditación profunda).
Cuando nos relacionamos con el mundo exterior a través de rituales, se crean vibraciones positivas dentro de nosotros que afectan el medio también. Los mismos resultados se obtienen cuando se realizan yagyas o poojas (rituales de ofrenda).
Por lo tanto, hay dos aspectos. En primer lugar, establecerse dentro de uno mismo y estar en Samadhi. En segundo lugar, purificar las vibraciones y llenar de positividad nuestro comportamiento y el entorno.