El primer acto de la vida es una inhalación profunda. Incluso antes de que el bebé llore, toma una bocanada de aire al salir del útero. Y la última acción es una exhalación. En el medio está lo que llamamos vida. La respiración acompaña cada momento de la existencia, ya sea durante la alimentación, el descanso, el trabajo, el ocio o cualquier otra actividad. La respiración es sinónimo de vida. Sin embargo, ¿cuánto tiempo le prestamos atención? ¿Cómo fue la última inhalación? ¿Qué conexión hay entre la respiración y las emociones?
A menudo la respiración toma notoriedad cuando corremos el colectivo y nos agitamos, o cuando el médico nos pide que respiremos hondo para auscultar los latidos del corazón. Pero la respiración consciente, de eso se trata, tiene múltiples beneficios para la salud física y mental.
El 90% de las impurezas del organismo se liberan a través de la respiración, si se la utiliza correctamente, aunque en promedio sólo usamos el 30% de la capacidad pulmonar.
Al observar a un recién nacido, se puede comprobar el equilibrio de su respiración. Lo hace desde las tres secciones del pulmón. Al inhalar su panza se infla y al exhalar vuelve hacia adentro, en un ritmo armónico. Pero a medida que el chico crece y comienza a adquirir estrés y tensiones, su patrón de respiración se modifica.
En promedio, una persona inhala entre 16 y 17 veces por minuto. Si está molesta o enojada, esa cifra puede aumentar a 20 ó 25 por minuto. Por el contrario, cuando surge la calma y la felicidad, las inhalaciones bajan a 10 por minuto. En meditación profunda el aire se hace todavía más imperceptible y llega a dos ó tres respiraciones por minuto.
Este fenómeno ocurre naturalmente y se debe a que la respiración está asociada a las emociones. En todos aquellos momentos de felicidad o alegría, las inhalaciones son expandidas, livianas, relajadas. En cambio, en medio de un enojo, estado de depresión o nerviosismo, el patrón se modifica y se vuelve más agitado o contraído. Mucha gente en situaciones de angustia apela a la frase “tengo un nudo en la garganta” para explicar sus sentimientos.
La primera tendencia ante tales circunstancias es querer revertir las emociones no deseadas, lo cual a veces las hace más prolongadas y consistentes. Sin embargo, si uno pudiera observar y trabajar con la respiración, modificaría automáticamente las emociones que están sujetas a ese patrón respiratorio.
Al prestarle atención a la respiración y practicar pranayamas (técnicas específicas), resulta más fácil llevar la mente a un estado pacífico y aumentar la energía vital (prana) en el sistema.
El Sudarshan Kriya, la técnica de respiración que se enseña en el curso Happiness Program, redunda en efectos positivos sobre la salud física y emocional de quienes la practican regularmente. Es la oportunidad de eliminar toxinas, incrementar la energía, revertir hábitos no deseados y manejar el torbellino de pensamientos negativos.
La respiración es el nexo entre el mundo externo de la actividad y el mundo interno de la quietud. Incluso a través de la respiración consciente es posible llevar la mente al momento presente. A modo de ejemplo, la mente es como un barrilete que oscila según los vientos y las circunstancias. Y la respiración es como el hilo, capaz de traer el barrilete (la mente) una y otra vez al aquí y ahora.
Es de tal importancia la respiración, que el ser humano podría vivir algunos días sin alimentarse ni descansar, pero no sin el ingreso de aire a su organismo.
Para empezar a llevar conciencia a la respiración, a continuación dos ejercicios fáciles de aplicar en el día a día.
Respiración abdominal
Puede ser practicada acostado o sentado.
Primero relajá el cuerpo, entrecruzá los dedos y apoyá las manos sobre el abdomen, las palmas mirando hacia abajo. Inhalá profundamente de manera que el abdomen se expanda y separe los dedos. Permití que el abdomen se extienda lo más posible.
Al comenzar a exhalar, aplicá una suave presión sobre el abdomen y largá todo el aire.
Repetí el proceso varias veces. Cuando te sientas cómodo, tomá respiraciones abdominales sin utilizar las manos y hacé que la respiración sea más larga y profunda.
Respiración yógica completa
Este tipo de ejercicio utiliza toda la capacidad pulmonar. Recostate sobre tu espalda. Tomá de dos a tres espiraciones abdominales.
En la siguiente inhalación expandí el abdomen utilizando solo la mitad de tu respiración, con el objetivo de llenar los lóbulos inferiores de los pulmones. Continuá inhalando para expandir aún más el pecho, a fin de llenar los lóbulos medios. Hacia el final de la inhalación, llená completamente los pulmones. Notarás que se expande la parte superior del pecho y las clavículas se levantan levemente.
Al exhalar, primero vaciá los lóbulos superior y medio del pulmón, permitiendo que las clavículas y el pecho se relajen. Luego, al vaciar los lóbulos inferiores, el abdomen se relaja.
Hacé que la respiración sea larga, suave y rítmica, como una ola que se eleva y cae. Repetí el proceso entre 10 y 15 veces.
Basado en las enseñanzas de Gurudev Sri Sri Ravi Shankar