Que no logro concentrarme. Que me aparecen un montón de pensamientos. Que me cuesta quedarme quieto. Que no es para mí… La mente suele encontrar un amplio abanico de quejas y excusas para no meditar. En la actualidad, estamos tan acostumbradas a realizar actividades en todo momento, que sentarse con los ojos cerrados unos pocos minutos suena absurdo y hasta difícil.
Muchas veces los conceptos que tenemos sobre lo que debería ocurrir durante la meditación es lo que no nos permite meditar. Gurudev Sri Sri Ravi Shankar, fundador de El Arte de Vivir, asegura que la meditación sucede sin esfuerzo; no es concentración, sino desconcentración. Y como toda disciplina, requiere de práctica y cierta habilidad.
Aquí, algunos secretos para profundizar en la relajación y lidiar con los boicots de la propia mente:
#1 Elegí un horario conveniente
La meditación es esencialmente un momento de relajación, por lo cual es importante tomar esos minutos sin apuros ni interrupciones. Durante la salida y la puerta del sol, es decir, durante la transición natural entre el día y la noche, es un momento ideal para la práctica.
#2 El lugar adecuado
Así como el horario influye, el lugar también. Si el espacio es pacífico y silencioso, la meditación se convertirá en una experiencia más disfrutable y relajante. Asegurate de que sea un lugar limpio y ventilado también.
En caso de que haya ruidos, estate consciente de ellos. Tomate unos minutos para observar los sonidos del entorno y aceptalos. Es la mejor manera de que tu mente se tranquilice y trascienda los obstáculos externos.
#3 Sentate cómodamente
Tu postura también hace la diferencia. Asegurate de estar cómodo y quieto. Sentate derecho con la columna erguida, mantené los hombros y el cuello relajados y los ojos cerrados. Es un mito muy común creer que debés sentarte en la postura del loto para que la meditación funcione.
#4 Estómago vacío
Un buen momento para meditar es antes de las comidas, para estar más liviano y no superponer la práctica con el proceso de la digestión. Sin embargo, no te fuerces a meditar si tenés mucha hambre.
Los hábitos alimenticios juegan un rol fundamental. Dulces, picantes, cafeína, comidas chatarras o no vegetarianas pueden afectar la calidad de la meditación. Comer sano y natural acentúa la experiencia.
#5 Algunos ejercicios de calentamiento
Hacer estiramientos y ejercicios de yoga previamente favorecen a la buena circulación, quitan la inercia y ayudan a que el cuerpo se sienta más liviano. De esta manera, será más fácil sentarte quieto por un tiempo más largo.
#6 Tomá varias respiraciones profundas
Las inhalaciones y exhalaciones profundas, así como hacer Nadi Shodhan (respiración de las fosas alternadas), contribuyen a la relajación. Aquietan el ritmo de la respiración y llevan la mente a un estado más pacífico y meditativo.
#7 Entregá los deseos y expectativas
La meditación no se trata de lograr un estado ideal o poner la mente en blanco. Simplemente observá lo que ocurra con desapego, ya sean deseos, pensamientos o emociones. Tené la convicción de que ocurrirá lo mejor para ese momento.
#8 Comprender la naturaleza de los sentimientos
Durante la meditación es posible experimentar diferentes sentimientos, algunos buenos y otros no tanto. El problema es pensar que los sentimientos son constantes. Ellos van y vienen, cambian. Te sentís bien durante algún tiempo y luego te sentís mal. Si basás tu vida en los sentimientos, entonces te quedarás estancado. Tomá el compromiso de observar cualquier emoción y seguir adelante.
#9 Una suave sonrisa en el rostro
Una leve sonrisa a lo largo de la meditación afloja los músculos de la cara y te mantiene relajado y pacífico.
#10 Abrí tus ojos lenta y gradualmente
Cuando te acerques al final de la meditación, no te apures a abrir los ojos y empezar a moverte. Hacelo lenta y gradualmente. Tomate el tiempo necesario para llevar la atención a tu cuerpo y al ambiente.